Mi pareja y yo nunca dormimos en la misma cama... y es maravilloso
- ideopolis
- 4 oct 2018
- 2 Min. de lectura

Probablemente, dormir en la misma cama con tu pareja es una de esas reglas que vive muy dentro de nosotros, y de las que solemos pensar simplemente “así es”.
Quizá por eso nos salta tanto cuando una pareja afirma dormir en camas separadas: ¿estará todo bien en la intimidad?, es lo primerito que nos viene a la mente, lo cual no necesariamente sea la razón.
Así lo cuenta Caila Smith para Scary Mommy. Lo primero que hace es aclarar que no, su vida sexual no está en decadencia, todo bien en ese departamento, muchas gracias.
Lo que sucede con Caila y su pareja es que ambos son acaparadores de la cama, además de que ella sufre de claustrofobia.
Y esto no es tan poco común como parece. De hecho, de acuerdo con un estudio de la compañía de colchones Leesa, 62 por ciento de las parejas duermen separadas.
Acaparar la cama no es la única razón, pues tener hijos puede ser otra de mucho peso. Por ejemplo, para Caila, que tuvo 5 hijos en 3 años (dos pares de gemelos y un hijo aparte), su cuerpo está adolorido casi todo el tiempo, por lo que le cuesta mucho acomodarse en la cama y da muchas vueltas.
Y esto no es algo que solo le suceda a ella por haber tenido 5 hijos, sino que muchas madres prefieren tener una noche completa de descanso, después de un día pesado de cuidar a los niños.
Los hábitos matutinos de las personas también influyen, como que uno se levante muy muy temprano y necesite todas las luces para arreglarse y entonces el otro no pueda dormir.
Entre otras razones, roncar, ver tele antes de dormir, el calor o el frío o que no haya suficiente espacio también fueron argumentos válidos para no dormir con la pareja.
¿Y saben qué es lo más asombroso? Idealmente, las personas quisieran dormir al menos 12 días al mes sin su pareja, pero tienen miedo de comunicarlo.
Así que si te enteras de que una pareja no duerme en la misma cama, no la juzgues, y si tú quieres pasar una noche sola, ¡dilo! Solo se trata de comodidad, no de desamor.
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